Javier y Gabriela de la Rosa Misol, hijos de Javier de la Rosa Martí, y nietos de Antonio de la Rosa Vázquez, entran con derecho propio en una saga de refinados delincuentes que afirmaría solo pueden darse en Cataluña o España. Su especialidad el saqueo al Estado, y a su sucesora o representante en Cataluña la Generalitat. Un desperdicio que en la Audiencia Nacional el próximo día 9 se inventen versiones muy propias de los De la Rosa y Pujol, tras largo tiempo de preparada memorialización. Unas pocas verdades ocultando infinitas mentiras.

Se podría también afirmar que Pujol entre las competencias que consigue del Gobierno Central se halla esta especial saga de personajes de los que insisto y repito un tal Antonio de la Rosa Martí, abogado y hermano del gran Javier, se traspasó del Ayuntamiento a la Generalitat de Pujol, donde ejercerá hasta 2004 de jefe de departamento sin que nadie se percatara. Si acaso despacharía, entrando por secretos pasadizos, directo al despacho del propio president, o al del Consellé en Cap Artur Mas. Otra irónica paradoja que quién dijera ante variado público en el Ayuntamiento que 'pagaríamos lo que le habíamos hecho a su padre' -nunca supe a qué se refería- viera condenados a sus sobrinos por blanquear lo saqueado a la Generalitat.

Un traspaso competencial de campanillas si tenemos en cuenta, que el ya fugado abuelo cuando Pujol ocupa en 1980 la Generalitat, fuera capitán del ejército franquista, y tras la guerra gana las oposiciones a Abogado del Estado, dicen con cargo en Hacienda, y secretario con poderes absolutos en el Consorcio de la Zona Franca de Barcelona. Pura paradoja, Javier con el busto de Franco, ya muerto, en su despacho del Banco Garriga y Nogués, y Pujol envuelto en la estalada abriendo cuentas en Banca Catalana.

A más abundancia recuerdo, finales de los 70, al sesentón Antonio contar que a su padre le habían fusilado los 'rojos'. ¡Vete a saber!, pues de ser verdad sería la única que contara. O sea un bisabuelo que también abogado formó parte por los años 20 en la expropiación de los terrenos que formaron la llamada Zona Franca, que en realidad nunca lo fuera... a no ser 'franca' para sus todopoderosos e incontrolados ejecutivos.

Si del padre y abuelo sabemos suficiente para catalogarles dentro de la refinada delincuencia barcelonesa, de Javier y Gabriela se sabe o cuentan se licenciaron en Derecho como sus ancestros, y poco más hasta Panamá y Las Bahamas. También dicen que Javier junior vivió la gran vida por Londres y EEUU, y a Gabriela la observé durante el casi año de juicio, 2009-2010, codefendiendo a su padre en el CASO HACIENDA DE BARCELONA. Digo la observé y ví porque apenas se le oyó. Gran labor si consideramos que a Javier, tras citarse cuentas suizas, se le declaró inocente. Después Gabriela abriría en Madrid un centro de YOGA. Moderna deriva del misticismo religioso del padre y abuelo. Un abuelo 'santo' al decir de sus empleados cuando estalló el escándalo, unos 200 funcionarios la mayoría elegidos por él entre familiares y amigos. También los nietos e hijo heredaron el gusto por los yates, viéndoseles los veranos por Cadaqués Ibiza y Formentera.

A sus pasados 40 años Javier junior y Gabriela salen a la luz demostrando que de genes le viene al galgo. En principio niegan sus comisiones en el mayor blanqueo de la historia de España, la compra por Oleguer Pujol de 1.142 oficinas del Banco Santander ¡unos 2000 millones de euros!, pero acto seguido y documentadas en Panamá y Las Bahamas las 'comisiones', o así reza en los formularios bancarios de abono por unos 12 millones de euros, entra en escena Javier padre confesando a la prensa que él 'montó la operación Santander'.

Defensa numantina de quién tampoco se le sabe una verdad, siempre publicadas por toda la prensa nacional, que si le había creado 'ingeniero en finanzas' no le ha abandonado desde hace 40 años. Respeto mafioso a quien se le descubrió una lista con periodistas de prestigio a sueldo y repartos, por ejemplo Feliciano Baratech de La Vanguardia... despedido ipso facto en otro acto hipócrita de los Godó.